El comienzo… la tierra de mi padre
A finales de los años 1970s e inicios de los 1980s mi padre, Salvador Melgar, un emprendedor de corazón estaba buscando una oportunidad de negocios. Había escuchado sobre una propiedad en venta que tenía un bosque de crecimiento lento. Situándonos en la época, debemos recordar que en ese tiempo el cortar los árboles en estos bosques era una actividad aceptada. Cuando mi padre vio el potencial de este proyecto, actuó rápido para comprar el bosque que le ofrecían.
Comprar esta propiedad lo llevó en una aventura que no se esperaba. Él estaba decidido a cosechar la madera para fabricar pisos de maderas duras y carpintería fina. Mi madre – Cheryl – también se enamoró del bosque y aún siendo de Mississippi donde la tala de árboles es una actividad común, ella nunca había visto árboles tan espectaculares como estos. Podrán imaginarse que no estaba muy emocionada con la idea de botarlos.
En este tiempo, a penas comenzaba la consciencia ecológica a tomar fuerza y había un movimiento para proteger particularmente esta cadena de montañas, Sierra de las Minas. Las nuevas leyes dificultaron la cosecha de la madera de estos árboles del área a pesar de ser propiedad privada y prácticamente mi padre perdió su inversión inicial. Cuando pasa el tiempo a veces nos damos cuenta como Dios cierra puertas inesperadamente y resultan ser para nuestro beneficio. Mientras estás en la etapa de frustración ante un obstáculo como este, cuesta un poco de tiempo llegar a comprenderlo, así que naturalmente mi padre estaba decepcionado.
Debo admitir que fue un poco injusto para mi padre ya que el bosque fue declarado como área protegida por parte del Gobierno pero los subsidios o pagos para conservación no fueron ofrecidos a cambio de renunciar forzozamente a los derechos que tenía sobre su propiedad y por la cancelación de un número grande de licencias de madera.
De cualquier forma este tropiezo no desanimó a mi padre de visitar continuamente el bosque y de crear amistades y volverse parte de la comunidad del área.
En lugar de irse, mi padre lo que hizo fue seguir invirtiendo en el área.
El mismo bosque que él había querido botar estaba creando un microclima único donde, abajo de la línea que mara el límite del área protegida como reserva, comenzaban a pujar cosechas de café y vegetales.
Y este fue el tesoro no previsto.
Un tesoro inesperado
Cuando mi padre se dio cuenta de esto, compró más tierra sin bosque afuera de la línea de protección y comenzó a cultivar papa. Después de unas temporadas de probar con papa, se trasladó a sembrar café.
En los comienzos de los 80s el café era simplemetne otra bebida como lo es el agua o la leche o el jugo de naranja. No se hablaba mucho de las características especiales de los sabores del café, un café solo se calificaba como bueno o malo. Pero mi padre sí tenía desde entonces una afición por un BUEN café y notó que el café en este micro clima le parecía excelente… ¡ya en esa época era una especie de conocedor del café!
Cuando el matrimonio de mis padres no funcionó, mi madre se mudó de regreso a Mississippi. Años después mi padre se casó con Anneliese y tan solo tres años después de casarse, el cáncer terminó con su vida en 1993, cuando yo tenía 16 años. Mi padre heredó la finca de café a su esposa y el bosque a sus 4 hijos.
Increíblemente a la fecha ese bosque ha de ser el tesoro más grande de todos. ¡Es completamente irremplazable! Los árboles son majestuosos y además de especies nativas raras y únicas. El avistamiento de aves es impresionante y de alguna forma es un honor conservar un área que es hábitat para nuestra ave nacional: El Quetzal.
Los nacimientos de agua son hermosos y cristalinos y la vida silvestre en general está volviendo poco a poco.
El bosque siempre fue mi ancla con esta área. Tanto así que cuando Anneliese decidió vender la finca de café, pensó que le gustaría que yo la tuviera. Naturalmente yo estaba emocionado en poder adquirir la finca de café de mi padre. Pero había un pequeño problema: ¿Cómo se cultiva el café?
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